Tardé mucho en escribir estas palabras. Tardé porque me costó asimilar lo que pasó. Y aún me está costando.
Siento todo raro, siento un vacío.
No pensé que me iba a sentir así. Ni siquiera ayer cuando me enteré de lo que había pasado pude darme cuenta de que me iba a afectar tanto.
Cuando vi la noticia en la tele, en un primer momento, como la mayoría, pensé que era una broma de mal gusto o una información indebidamente chequeada. Por una milésima de segundo. Luego pensé: "Esto es la Tv Pública, no puede ser que digan eso sin haberlo chequeado". Y me quedé pasmada. Callada. Un silencio que mi hermana que estaba al lado continuó. Así, sin mirarnos siquiera. Sin poder entender lo que pasaba.
Hoy todavía no lo entiendo muy bien. Aún después de dos días completos de tener en la cabeza todo lo que pasó, después de un día completo de verla a Cristina ahí entera, despidiendo a su compañero, después de escuchar testimonios de tanta gente diferente extrañándolo y apoyando a la presidenta, queriéndola más que nunca.
Soy una persona particularmente racional. Pero hoy me doy cuenta de que no tengo que intentar racionalizarlo más, porque no lo voy a entender. No voy a entender por qué sin ser peronista, sin ser kirchnerista, me siento tan mal. Me siento un poco vacía. Y me siento responsable de apoyar más que nunca a Cristina. Porque es lo que veo más cercano y real a lo que quiero para mi país.
Por eso, no quiero racionalizarlo más. Quiero permitirme sentir esto que estoy sintiendo. Tristeza. Ganas de acompañar a Cristina. Y por ahora nada más. No quiero justificarme. Por ahora déjenme sentir y nada más. Déjenme creer que mi intuición no me falla.
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